Tras el tratado de paz alcanzado con Castilla en 1179, Sancho VI "el Sabio" fundó las ciudades de San Sebastian en 1180 y Nueva Victoria sobre la aldea de Gasteiz en 1181. También creó nuevas tenencias defensivas como son las de: Arluzea, Treviño y Antoñana en 1181, Zaitegi (1188), Buradón, Portilla, Laguardia de Navarra, S. Vicente de la Sonsierra y Aitzorrotz (1184) para la mejor defensa del reino.
Sancho VI “el Sabio” murió en 1194 dejando el reino a su hijo Sancho VII “el Fuerte” bastante mermado en materia territorial, pero muy estable en materia política.
En 1195, Sancho VII y el rey de León son llamados por el emperador castellano Alfonso VIII para luchar contra los almohades. Alfonso VIII, seguro de sus fuerzas se lanza al ataque sin esperar a sus aliados y sufre una grave derrota en Alarcos. Esta debilidad mostrada por Castilla fue aprovechada por leoneses y nabarros para aliarse con los almohades contra Castilla.
El emperador castellano alertó al Papa, que amenazó con excomulgarlos si no rompían su alianza con los musulmanes. Finalmente en 1196, el Papa Celestino III reconoció la condición de rey de los soberanos nabarros que les había sido negada desde la curia romana desde la muerte de Alfonso I “el Batallador” en 1134 y así conseguir que se sumasen a la lucha contra los sarracenos.
No aplico la misma vara de medir a castellanos y aragoneses que aliados vencieron a los leoneses y acto seguido estaban en Calatayud preparando un nuevo reparto del reino de Nabarra en 1198.
Pese a la bula papal que protegía a Nabarra de las presiones castellanas y aragonesas, los dos aliados penetraron rápidamente por dos frentes opuestos. El aragonés avanzó por Burgi y Oibar, mientras el castellano ocupaba los castillos de Miranda e Inzura. Sancho VII se vio obligado a pactar con el rey de Aragón y prometerle su hermana en matrimonio. Finalmente el Papa se negó a ello debido a que eran parientes en tercer grado.
Sancho VII, sin aliados entre los cristianos, se dirigió a los almohades en busca de ayuda dejando el reino en manos de su hermano Fernando y su cuñado, rey de Inglaterra y duque de Gascuña, Ricardo Corazón de León. Al llegar a África se encontró que su amigo, el emir Aben Jacub, había muerto. Su hermano y nuevo regente, no podía ayudarle ya que se encontraba sofocando una rebelión en su reino por lo que Sancho, tuvo que ayudarle a guerrear en espera de su ayuda.
En la primavera de 1199 aprovechando la muerte de Ricardo de Inglaterra, Alfonso VIII atacó Nabarra por Treviño y puso sitio a Vitoria, resistiendo ambas el cerco. Mientras tanto avanzó por otras plazas de Araba, Durango, Gipuzkoa y San Sebastián, nueva tenencia creada en 1199. Los castillos de Ausa y Ataun meses más tarde fueron recuperados por los nabarros.
En vista de que no conseguía ayuda, Sancho VII, se vio obligado a entregar Vitoria para evitar la muerte de sus habitantes que resistieron heroicamente hasta enero de 1200. Tras pactar treguas se procedió al canje de los castillos de Treviño, Ocio y Portilla que no fueron tomados durante la invasión, por los de Inzura y Miranda, estos en el interior del reino y en poder de los castellanos. La fidelidad de los tenentes de Vitoria y San Sebastián fue recompensada por Sancho con otras tenencias a su cargo, caso contrario de no presentar dura batalla al invasor hubiese supuesto la pérdida de sus bienes.
En 1201, Sancho pactaba con el nuevo rey de Inglaterra y Duque de Aquitania, Juan sin Tierra, hermano de Ricardo Corazón de León ante todos los hombres del mundo excepto el rey de Marruecos. Asentaba sus dominios en ultrapuertos que se verían aumentados con las adhesiones de los señores de Agramont y Luxa. Baiona se convertía en el principal puerto por el que salían las mercancías navarras.
Alfonso VIII colocó al frente de los territorios recién conquistados a su vasallo don Diego Lopez de Haro II. En 1204, enfermo y sintiendo temor por su alma por la forma de haber procedido, redactó un testamento en el que prometía devolver al rey de Nabarra todo lo conquistado desde Ponte de Araniello hasta Hondarribia además de los castillos de Buradón, San Vicente, Toro, Marañón, Kanpezu, Antoñana, Atauri y Corres pero tras sanar olvidó su promesa.
En 1204 murió Leonor de Aquitania, lo que fue aprovechado por Alfonso VIII para invadir Gascuña, animado por el rey de Francia y con la escusa de defender los derechos de su mujer, hija de Leonor y Enrique II de Inglaterra. En 1205 atacó Baiona y Burdeos pero tuvo que desistir ante la dificultad de conservar estos dominios.
En 1209 Sancho VII prestó al rey Pedro II de Aragón 20.000 morabetinos, a cambio obtuvo en prenda los castillos de Peña, Petilla de Aragón, Escó y Gallur.
En paz ya con Castilla, Sancho VII se vio obligado por el Papa a participar junto a Alfonso VIII en la célebre batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Lo de las cadenas es una leyenda posterior, no son representadas en el escudo hasta después de la conquista de 1512 para sustituir al carbunclo de ocho brazos, verdadero emblema del reino. Sancho VII utilizó el arrano beltza o águila real como emblema personal sobre el fondo rojo del escudo de Nabarra. Únicamente se trajo de vuelta a casa un gran botín que enriqueció las necesitadas arcas navarras y las falsas promesas de Alfonso VIII, que finalmente devolvió a Sancho una pequeña parte de lo prometido, las fortalezas de Buradón, San Vicente, Toro y Marañón.
La delicada situación económica del rey de Aragón y las buenas finanzas del nabarro permitieron a éste obtener una serie de castillos en la frontera con Aragón, Xabier (1217), Grisén (1219), Los Fayos y Sádaba (1221), además de una serie de fortalezas que le permitían acercarse hasta la frontera almohade y conseguir unos ingresos extraordinarios.
En 1231 mediante nuevos préstamos consiguió varios castillos en la zona del Moncayo que pertenecieron a Nabarra hasta el año 1400. Jaime I de Aragón también renunció a recuperar los castillos de Peña, Petilla de Aragón, Gallur y Escó, que tenía en prenda con el nabarro desde 1209. Tras la muerte de Sancho se fueron perdiendo estos castillos a excepción de los de Petilla de Aragón y Peña que únicamente dejaron de pertenecer a Nabarra un periodo de 65 años, entre 1144 y 1209.
Sancho VII terminó sus días en su palacio de Tudela, murió en 1234 tras años de enfermedad y tristeza por los territorios perdidos, pero una buena política económica dejó el reino bien defendido ya que durante los próximos 200 años apenas se perdió territorio frente a Castilla. Al no tener hijos legítimos le sucedió en el trono su sobrino Teobaldo, conde de Champaña y Brie, comenzando una nueva dinastía y un periodo de acercamiento a la política francesa.