2018-05-08

La Navarra olvidada. Lugares de memoria.

Lugares de las actuales provincias de Cantabria, Burgos, La Rioja y Soria que fueron parte del reino de Pamplona

Desde la publicación en 1863 del famoso mapa de los dialectos del euskera de L. L. Bonaparte, nos hemos acostumbrado a ver un mapa que represente a nuestro país que parte del siglo XIX, por lo que muchos desconocen que hay una parte de la Navarra histórica oculta, ya que no sale en los mapas.

Partiendo de los datos de la antigüedad, el territorio al que nos referimos fue habitado mayormente por autrigones y berones, pueblos que pese a que se ha difundido que eran celtas, en realidad eran eúscaros. La presencia del euskera está presente en la toponimia de todo este territorio, sobretodo en las zonas donde hasta más recientemente ha perdurado la lengua vasca, como fueron el valle de Ojacastro [11] y el condado de Treviño [9]. No nos debe extrañar que sea en La Rioja, en el monasterio de San Millán de la Cogolla [12], donde se conserven los textos con las primeras frases en euskera.

La arqueología también está jugando un papel importante ya que se han encontrado inscripciones de nombres en euskera arcaico en lápidas de época romana en la zona limítrofe de las actuales provincias de La Rioja y Soria [18], confirmando que la presencia del euskera en La Rioja no se debe solo a repoblaciones medievales, sino que ha sido una constante desde tiempos prerromanos. Durante la época romana queda lejos de toda duda el que poblaciones tan importantes como Calahorra [15] y Graccurris (Alfaro) [16] estaban en territorio vascón.

Ya en época medieval, tras el paréntesis de dominación goda y musulmana, los reyes navarros pusieron todo su empeño en recuperar estos territorios. En el año 907 comenzó la reconquista de La Rioja y para el 914 se tomaron Arnedo y Calahorra. En 1016 se definió la frontera con Castilla que marcaba el avance en tierras musulmanas desde la sierra de la Demanda [17] dejando el valle del Ebro para los navarros. Los territorios más occidentales, en manos de los monarcas astur-leoneses hasta entonces, finalmente fueron integrados en el reino por Sancho III el Mayor gracias a su política de acercamiento con el conde de Castilla.

Tras la muerte del rey vascón en 1035, su primogénito García IV el de Nájera, regentó una serie de tenencias castellanas que defendían la frontera con el reino de León: Colindres-Laredo y Sámano-Castro Urdiales [1]; Ruesga y Soba [2]; Mena-Castrobarto, Lanteno y Tudela [3]; Arreba [4]; Miganjos y Tedeja [5]; Briviesca, Poza, Vesga y Piedralada [6]; Pancorbo, Término y Cellorigo [7]; Rodilla, Oca, Alba y Arlanzón [8]. Sin embargo estos territorios no llegaron a integrarse plenamente en el reino ya que tras su muerte fueron recuperados por el rey leonés.

Fue tras la batalla de Atapuerca [8] en 1054, donde el rey Fernando I de León mató al navarro, y supuso el comienzo de la conquista militar que culminaría 500 años después. Estas fortalezas fueron conquistadas una a una hasta situar la frontera en Pancorbo [7] y La Riojilla [11] en 1067.

En 1076, el asesinato del rey Sancho IV, propició la pérdida de La Rioja, que pese a ser recuperada temporalmente en varias ocasiones durante el siglo XII, la sentencia arbitral de Londres de 1177 la situó definitivamente fuera de Navarra. Pese a que esta sentencia reconocía que Araba, Bizkaia y Gipuzkoa eran Navarra, Castilla las conquistó en el 1200. De entre las plazas que más resistieron destaca la de Treviño [9], la cual y tras más de 800 años, aún no ha sido reintegrada en Araba.

Ahí quedan lugares de nuestra memoria como Nájera [12], residencia y panteón de los reyes de Navarra; Logroño, Entrena y Navarrete [13], "puerta de Navarra" durante el siglo XII; los Castillos de Clavijo, Viguera, Ocón, Jubera, Arnedo, Quel, Autol y Enciso [14], que defendieron el reino durante más de dos siglos; y San Vicente de la Sonsierra [10], última localidad riojana en la que ondeó la bandera de Navarra (hasta 1463).