2011-02-10

Nabarrako gorri

Nabarrako gorri
Iñigo Saldise Alda




“De gules, carbunclo cerrado pomelado de oro, una esmeralda verde (en forma de losange) en abismo”.Escudo de Nabarra



Las primerísimos escudos heráldicos, nobiliarios o de armas, tienen sus inicios entorno a los años 1120 y 1140. En ellos los reyes y señores buscaron colorear los escudos que llevaban incorporados blocas o refuerzos de metal que protegían la superficie exterior del escudo ante los golpes de espadas, mazas y hachas, con la única función de que los escudos no se descompusieran, ya que los escudos medievales no estaban fabricados inicialmente con metal, sino que eran elaborados con listones de madera que las blocas aseguraban. Son las armas más antiguas aquellas que solo poseen un color.

Tan habituales era las blocas en los escudos medievales, que estas han sido el mecanismo que ha determinado los posteriores fraccionamientos que hoy podemos apreciar en los escudos. Concretamente, las primeras armas de Nabarra son de gules o rojo pleno y datan de tiempos de Sancho VI el Sabio (1150-1194). Las armas de Nabarra solían representarse con blocas superpuestas, como podemos verlo en San Miguel de Lizarra, en la Catedral de Chartres e incluso en el Monasterio de Monreal de Sicilia, estando las blocas formadas por ocho brazos flordelisados con el carbunclo en el centro, de manera que contribuían a reforzar el escudo rojo de Nabarra. Esta representación, no son consideradas por la mayoría de los heraldistas nabarros y del resto del mundo específica para las armas de Nabarra, ya que las blocas no son muebles heráldicos sino refuerzos del escudo; pero también debemos saber que aparece en la Biblia ilustrada editada en el año 1197 tras petición o mandato de Sancho VII el Fuerte.

Las armas personales que portó el sucesor de el Sabio, Sancho VII el Fuerte, era un águila de sable en fondo de gules, si bien, algunos heraldistas españolas afirman que el fondo era de plata, mientras que posteriores interpretaciones realizadas desde el nacionalismo vasco del siglo XIX, afirman que el águila de sable estaba sobre fondo de oro. Al acabar con este rey la dinastía Jimena, el siguiente rey de la dinastía de Champaña buscó las armas más antiguas de Nabarra, que eran las de Sancho VI, unas armas de gules, de gules pleno, pero añadiéndoles lo que dilucidó como parte de las armerías, el carbunclo y las blocas sobre el escudo. Concretamente el carbunclo tomó forma de trébol de cuatro hojas y los ocho brazos perdieron sus flordelisados y se cerraron, algo que podemos admirar al contemplar los escudos de Nabarra en la Catedral de Tutera. Este y no otro, es el origen verdadero del escudo del Estado de Nabarra.

Conforme van transcurriendo los tiempos y con ello las dinastías, van apareciendo los pomelados en los brazos de una manera siempre homogénea y simétrica, llegando así hasta el siglo XVI. Tras la ilegal invasión y ocupación de gran parte del Reino de Nabarra realizada por las tropas españolas en el año 1512, los españoles dan comienzo a su brutal colonización, en la cual se incluye la modificación del escudo de Nabarra con la entrada de la Inquisición española, la Contrarreforma y el estilo Barroco en las tierras nabarras ocupadas por el Reino de España al sur del Pirineo, dando introducción a las cadenas. Con ello se busca la subordinación absoluta de los nabarros surpirenaicos, ante la política llevada a cabo por los legítimos titulares del Reino de Nabarra, que lo mantenían en independencia y soberanía al norte del Pirineo, donde además la Reforma cristiana daba paso al Nabarrismo auténtico.

Cuando el rey Enrique III de Nabarra accede al trono del Reino de Francia como Enrique IV, una vez mostrada su renuncia a la Fe protestante y por ende faltando al planteamiento Nabarrista de su madre, la reina Juana III de Nabarra, las cadenas que fueron impuestas por el estilo Barroco de la Contrarreforma cristiana y española en las tierras ocupadas del sur del Pirineo, lo cual implicó en concordancia con la Fe Católica, la aceptación representativa de las cadenas en el escudo del Estado de Nabarra de los nabarros independientes del norte del Pirineo por mandato de Enrique III de Nabarra y IV de Francia, algo semejante a lo sucedido en las tierras vasconas al Sur de la Cordillera, pero con la salvedad o diferencia de que las cadenas fueron impuestas a los nabarros del sur por el invasor imperial español.

Para ello los españoles y siempre buscando dar legitimidad a la forzosa unión de las tierras vasconas surpirenaicas pertenecientes al Reino de Nabarra, se inventaron una famosa leyenda. Esta va sobre unas cadenas que ataban a los esclavos africanos entorno a la tienda del Emir musulmán Miramamolim durante la batalla de las Navas de Tolosa del año 1212. Según dice esa leyenda de origen español y no nabarro, las cadenas que aparecen impuestas por los españoles y aceptadas posteriormente por los franceses, actualmente representativas en el escudo de la Comunidad Foral de Navarra, y que realmente solo servían para evitar la huida de los esclavos africanos del Emir, teniéndose por ello que protegerse de las acometidas violentas de su enemigo cristiano y que servían para proteger así al citado jefe árabe, fueron rotas por Sancho VII el Fuerte, provocando con su valentía y la de los 200 nabarros que le acompañaban, un giro en la crucial batalla por la Fe cristiana en la Península Ibérica, alcanzando con ello la victoria para los cruzados. Ello sirvió posteriormente al nacionalismo español para su hipótesis unificadora española, pues sigue siendo pieza clave de la forzosa unidad nacional española que sufrimos en la actualidad los nabarros surpirenaicos.

Lo cierto es, que durante la Contrarreforma cristiana en el Reino de España, los brazos pomeados del escudo del Estado de Nabarra son cambiados o reemplazados desde España por las esclavizadoras cadenas, aunque por suerte para el espíritu patriótico nabarro, todavía se mantiene el primogénito fondo de gules pleno o rojo absoluto, color de los vascones libres y de nuestro Estado de Nabarra independiente y soberano.