2010-01-26

La dominación Castellana (III).

Un documento de Alfonso VIII de Castilla, afirma que Gipuzkoa es parte de su reino pero “con las leyes dadas por Sancho VI de Nabarra y si no lo acatan serán castigados”. Enfermo, redactó un testamento en 1204 prometiendo devolver las tierras arrebatadas “injustamente” a Nabarra, pero al recuperar la salud olvidó su promesa. Posteriormente todos los reyes nabarros reclamaron estas tierras como propias.

Los reyes de Castilla, para evitar la despoblación, se dedicaron a dar cartas de fundación a las poblaciones ya existentes como Getaria, capital entonces de Gipuzkoa, que ya había sido aforada por los reyes de Nabarra. Puertos como el de Hondarribia se vieron superados por el de Baiona, nuevo destino de las mercancías nabarras.

La nueva frontera entre Castilla y Nabarra creó una situación insostenible al situar una frontera militar donde antes había pastos comunales sin amojonar, lo que trajo bandidaje, robo de ganado, refugio de malhechores y escaramuzas a ambos lados, promovidos por Castilla para mantener la tensión fronteriza. Uno de los episodios más recordados es el ocurrido en Beotibar (cerca de Tolosa) en 1321, donde los oñacinos (banderizos gipuzkoanos) derrotaron a los nabarros cuando se dirigían a Berástegi a escarmentar a las huestes que habían tomado temporalmente el castillo Nabarro de Gorriti. Posteriormente tomaron los castillos de Ausa (1335) y Ataun(1378).

Gipuzkoa volvió temporalmente (entre 1368 y 1373) a Nabarra tras el tratado de Libourne firmado en 1366 entre Carlos II de Nabarra y Pedro I, pretendiente al trono de Castilla. Ya en 1350 los Gipuzkoanos se habían alzado a favor de Carlos II pero finalmente Enrique II se hizo con el trono de Castilla.

La Corona de castilla creó las instituciones gipuzkoanas para lograr un mejor control del territorio y así evitar un nuevo acercamiento a Navarra. En 1397, se reunió en Getaria la hermandad general de Gipuzkoa como una agrupación de villas, valles y alcaldías. El valle de Leintz (Deba Garaia) no se incorporó definitivamente hasta el siglo XVI y el Señorio de Oñati, con entidad propia por lo menos desde 1149 no lo hizo hasta 1845.

Castilla utilizó a Gipuzkoa como arma arrojadiza contra nabarra, reclutó forzosamente tropas en la invasión de 1512. A los nobles no hubo más que pagarles bien. El lamentable episodio de Belate sirvió para que durante más de 400 años el escudo gipuzkoano luciera los cañones que un grupo de gipuzkoanos interceptó durante el intento de liberación de Pamplona en otoño de 1512 por las tropas nabarras.

Es una contradicción celebrar una fiesta en torno a un alarde militar, que recuerda otra batalla, ésta ocurrida el 30 de junio de 1522 en Irun, en la que el ejército español derrotó al Nabarro-Labortano, (francés lo llaman los españoles) durante un nuevo intento de independencia nabarra. El alarde de Hondarribia también se creó para celebrar otra “supuesta victoria” del ejército español ante los franceses.
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Irun y Hondarribia nunca aceptaron ser parte de Gipuzkoa, de hecho intentaron reincorporarse a la Alta Navarra tras la ocupación militar española de 1512. Hondarribia fue Nabarra entre 1521 y 1524. Pleitearon entre 1638 a 1666 y en 1702, y lograron integrarse entre 1805 a 1814. Todavía en 1936 lo seguían intentando pero las autoridades franquistas lo impidieron.
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Los sucesivos recortes a los fueros (antiguas leyes nabarras) y la amenaza de suprimirlos provocaron los enfrentamientos armados conocidos como las guerras carlistas. Tras la derrota en 1876 fueron derogados totalmente. Hasta 1931 hubo intentos de reunificar Gipuzkoa junto a Araba y Bizkaia con la Alta Navarra pero fueron desbaratados por el estado español. Finalmente, la creación de un ente como la Comunidad Autónoma Vasca o Euskadi no ha hecho más que alejar la posibilidad de reunificación.

Lectura recomendada: La Navarra marítima (T.Urzainqui y J.M.Olaizola)

Osoa.net: http://www.osoa.net/Articles/gipuzkoanos_de_nabarra.pdf